Sus poemas:
De Cuando los demonios cantan (Edén 2007)
Penumbra
A veces era un tálamo siniestro,
la luna pavorosa, el terraplén
donde las manos nos sudaban de repente
al brincar al otro lado,
el musgo crecido sobre el hormigón de la baranda,
las espinas del limonero en los brazos
o a veces sólo el rostro que hizo el viento
al ondear la hierba en ambos lados del camino.
Él estaba en todas partes, como el polvo.
Las cosas emigraron con el tiempo,
esa herida del tapiz,
una mancha de madera en la pared
y el espejo roto de vergüenza.
Debí entonces aprender que para no perdernos
hay que abrazarnos al cuerpo de los que no están.
Adelaida Caballero
Adelaida Caballero
De Mecánica del fuego (Torremozas, 2009)
La maldición de los pájaros
No tienen memoria pero sufren
la compañía rancia del recuerdo
llevándolo cosido en ambas alas
como sombra.
Por la tarde
tratan de volar sobre sí mismos
para no mirar al polizonte
que viaja imperturbable junto a ellos.
Adelaida Caballero
El sistema del mundo

La baraja se lee, según la abuela,
de izquierda a derecha y de abajo hacia arriba.
Los libros se leen, occidentalmente,
de izquierda a derecha y de arriba hacia abajo.
Los hombres se leen, en todas partes,
de abajo hacia arriba y de afuera hacia adentro.
La única verdad :cualquier otra cosa es mentira.
Adelaida Caballero
Adelaida Caballero
La muerte más útil
Escribo anónima la palabra anónimo
y la deslizo por debajo de la puerta
de una casa demolida.
Pólvora y agua es lo que sale de mi boca,
cantos rituales que hacen llover sobre el mar,
huracán en fuga que se arroja
como una hembra en celo
sobre la plaza pública de un pueblo fantasma.
Siembro canarios en tierra de ataúdes
pero ante el escándalo del mono
la voz de los planetas se disuelve.
Ser crucifixión no es el oficio más triste, es este:
la gran impertinencia
de obsequiarte flores cuando quieres pan,
de ofrecerte pan cuando vives de cocaína,
y de no ser mártir para tranquilizar
a quienes necesitan inventarse un dios
desesperadamente.
Puesto que a nadie doy lo que desea,
este oficio blanco es uno inútil:
¿qué hago además
de improvisar sonatas para sordos
o componer un himno en el país de los exilios?
Nada :ya me veo muerta
en medio de una huerta
con flores amarillas que suenan a canario.
Adelaida Caballero
Adelaida Caballero
Lamentación
En el valle era ya la noche
madre sumergida con el lago a la cintura.
Por la boca negra del destierro
fueron dados nombres a las barcas
en la caligrafía de las flores.
Anduve los muelles,
busqué un nombre que en pedazos
se pareciera al mío.
No hubo.
Y para callarme las alondras
excavé la tierra con los párpados
dispuesta a encontrar el nombre grave de la piedra
pero de los muslos de la madre ensangrentada,
era una mujer que no era yo
la que nacía.
Adelaida Caballero
La mecánica del fuego
Muerta y renacida varias veces bajo la maraña de los pinos
anduve en el camino de las brujas,
descalza,
respirando
la palabra azul de las frutillas.
Escuché las voces de la herrumbre y de los muertos
que andaban por los huecos de la noche,
traspasados
por el crujir perpetuo de la piedra.
Los coros estelares se alargaron,
los vaticinios de octubre conocieron las edades
tatuadas en los brazos de los saucos.
En los claros otras veces, frente a alguna hoguera
danza enfurecida en la sordidez del bosque.
El tiempo zurció arrugas en secreto,
se llevó las rotaciones a la boca
y escupió tres puntos suspensivos.
En aquel sistema del mundo eran los días
de un violeta negro color baya silvestre.
Luego volví a casa
con alguna sombra amarrada a mis tobillos
y cuando se apagó la última luz
supe que morir es la mecánica del fuego.
Adelaida Caballero
Adelaida Caballero
Antes de ser ojo gris, fuiste gato.
Conocías de memoria cada letra de otro libro y otros muertos,
te llevabas contento la mirada a los dientes
y regurgitabas los huesos
de imágenes incontenibles.
Luego de ser gato y antes de mutar en ojo gris, fuiste saliva.
Andabas en todas las bocas,
la gente se besaba con los ojos,
urdía tu naturaleza lacrimal.
En tiempos en que los ahorcados hablaban desde sus encinas
era así y ahora,
ojo de gato llorando
sus primeras seis de siete muertes
escondes las uñas y callas :tampoco tú conoces el destino.
Adelaida Caballero
Bienvenida Adelaida quecon tu juventud sigas creando estos maravillosos poemas.Gracias por compartirlos con todos
ResponderEliminarsaludos
Excelentes versos, no la conocía, pero corroa buscar más sobre ella.
ResponderEliminarLeo
muchas felicidades para esta escritora y gracias por compartir su boigrafia y escritos.
ResponderEliminarun fuerte abrazo para todos y feliz domingo!!!!!
Genial forma de realizar y componer versos. El nivel, cada vez sube más.
ResponderEliminarSinceramente, no te conocía. Pero esto es lo bueno que tiene lo virtual quegracias a estas ideas, podemos conocernos muchos más...
Un fuerte abrazo desde Lucus Augusti.