Salomé Moltó nació en Cocentaina (Alicante), en
el seno de una familia humilde, no teniendo la
posibilidad de otear otros horizontes culturales ni
sociales que no fueran los de la miseria social,
formó parte de la emigración que marchó a Francia
en la década de los años 60 del siglo pasado.
Es en París y en contacto con su civilización que
emprende sus estudios sin dejar de trabajar para
poder sobrevivir. Diplomada en francés por “L'Alliance Française”,
vuelve a España en donde trabaja en diversos empleos como profesora
y traductora. El movimiento libertario siembra en ella un sinfín
de inquietudes sociales. De dos años de trabajo de investigación
recopilando los documentos de las colectividades libertarias, llevadas
a cabo durante la guerra civil española, surge el libro “Una nueva
economía: Socialización y colectividades alcoyanas 1936 - 1939” ,
hoy agotado y en proyecto de nueva edición. Fiel a una máxima de
“Que ninguna injusticia te sea indiferente”, traza en el presente libro
una serie de historias contadas por los mismos protagonistas y que
ella ha novelado, como testimonio de una época oscura y difícil de
nuestro pueblo, que cubrirían desde los años cuarenta hasta los sesenta del mil novecientos.
Su obra :
JINETE
Montado en bravo corcel
a trote ligero y suave
sobre los dorados campos
de espigas granadas
vas marcando tu camino
con altivez y bravura.
Jinete de mis ensueños
que mi vida has llenado
de ilusiones y esperanzas.
En tu grupa me llevaste
recorriendo con los sentidos
todos lo rincones del mundo.
NOSOTROS LOS PERDEDORES
Nosotros los perdedores
porque mucho dimos
porque poco obtuvimos.
Porque corazón y sangre
ofrecimos generosamente
y de lo más hondo supimos
elevar la voz en grito
hasta el más alto estrado
de la esperanza y la ilusión
y por supuesto, el amor
Ya verás qué bien
cuando llegué el alba
el cantar del mundo
te regocijará el alma
y la amarga soledad
no será tanta
cuando llegue.........el alba.
Dejarás atrás
mil contenidas ansias
de tantos y tantos sufrimientos
que ahogan tus esperanzas
Y verás la luz
gozarás la vida
cuando a la humanidad
le llegue … el alba
Salomé Moltó
SUBIR Y BAJAR
Mi querida Paula acabo de llegar a casa de mi madre. No te asustes, he dejado la playa. Bueno he dejado la casa, he dejado a Pablo.
No debería extrañarme de verme aquí, pues recuerdo todo lo que hablamos. No quise creerte, nunca pensé que mi marido me sería infiel. De la forma que lo ha hecho resulta mucho más patético. Me pregunto qué ha podido pasar para que me haya decidido a dejarlo, ¿su infidelidad?, ¡claro!, hasta que me he hartado. Me he sentido tan mal, no he discutido, no he podido y así de repente he subido al coche y he emprendido la vuelta, hasta que he llegado aquí.
Recuerdo cuando le conocí, era un muchacho alegre, fuerte, lleno de entusiasmo, quería acabar la carrera en un par de años, no pudo, su padre murió y tuvo que ocuparse de la casa, de su madre y hermano. Se puso a trabajar de mecánico. ¡qué años más duros!, pero yo siempre tuve fe en él, y aunque nos casamos sin nada, ya ves, luchamos mucho, hasta que conseguimos fortalecer nuestra economía. Alquilamos el local, luego lo compramos, pagamos el piso, en fin no quiero aburrirte, todo eso lo sabes tu tanto como yo. En aquellos años me sentí un poco abandonada, quizás la rutina, la dedicación a lo económico que nos absorbía tanto, no se, por suerte paso. Siempre me he preguntado porque lo años tienen que acabar con el amor de una pareja. A veces hacemos comparaciones, por ejemplo el amor de Romeo y Julieta, ¡cómo se amaron!, hasta morir el uno por el otro, ¡qué arrebato!,¡qué sublime!. A lo que contestó el ecléctico, “Si hubieran vivido una temporada larga juntos, hubieran acabado en divorcio”, ¡Oh qué ironía!. ¿Es así como tiene que acabar toda relación amorosa?. Me niego a admitirlo, a pesar del difícil momento que estoy pasando.
Lo que más recuerdo fue cuando tuve el accidente; me caí por el terraplén de donde me sacaron los bomberos, se pensó que me había matado, pero estaba viva y estuve consciente todo el tiempo, pero lo que más recuerdo fue su cara de espanto y desesperación cuando se acercaba a la camilla con la que me sacaban de entre el amasijo de hierros retorcidos. “¿Cómo está mi mujer?, ¿qué ha pasado?”. No se tranquilizó hasta que, en el hospital el médico que dijo que estaba llena de contusiones pero que ninguna herida de importancia. Por la noche me cogía la mano y me la besaba.
¡qué locura!, me hubiera gustado accidentarme todos los meses. Desde entonces me hice el propósito de cuidar más mi matrimonio y por un tiempo fui feliz. Pero no basta con que sea uno el que lo ponga todo, el que lo cuide todo, el amor es cosa de dos.
Con su nuevo trabajo nos mudamos a la casita de la playa, ya sabes, son tres pisos, nosotros vivimos en la planta baja y los otros dos de encima los tenemos alquilados.
Y así fue que mi marido tomó una inusitada costumbre de subir y bajar, de bajar y subir, pues estaba más tiempo arriba que abajo, para visitar al vecindario. ¡No, no estoy de guasa!. ¡Cuanto disimulo, de mi parte y de la suya!. ¡Cuánta cobardía!, también de su parte y de la mía.
Ahora me doy cuenta que un problema cuando no se ataja en el momento justo, acaba enquistándose. No quería creerlo, subía para ayudar a la vecina, para arreglarle el grifo, ayudar a su hija en los deberes, a cualquier tontería. Ya no quedaban grifos que arreglar pero seguía subiendo. Los enfados y discusiones no nos servían de nada, siempre había un pretexto, para subir y poco aliciente para bajar. Y de repente me vi sola, un vacío me invadía, no sentía, por decirlo así, ni celos, nada, un enorme vacío.
Y así, se me terminaron las preguntas, se le acabaron las respuestas, pero continuaron las escusas y este infernal subir y bajar se fue imponiendo, expandiéndose, invadiendo mi vida y mi realidad y anoche cogí mis cosas, lentamente, mirando cada rincón de la casa, observando el ir y venir de las olas a través del ventanal, recordando, cuando al principio de instalarnos, cuando tan feliz pensaba que sería. Salí de la casa, sin mirar atrás.
Salomé Moltó
VUELTA A CASA
Corría rauda una lágrima por su mejilla; él mismo estaba asustado, le habían pegado y amedrantando. Esperaba más golpes. Pero en ese momento el niño miró hacia la puerta que se abría renqueando como de costumbre. Entro la madre aterida de frío, sus ojos se fijaron en el “hallar” que seguía apagado, ni una ligera lumbre calentaba el ambiente.
No había recogido mucho dinero delante de la Iglesia , esa mañana. La gente va cada vez menos a misa, se decía. El marido le había quitado lo poco recaudado, y había vuelto a la taberna, no había podido comprar el pan y la leche que el niño necesitaba.
Los primeros copos de nieve empezaban a caer, en ese momento había un silencio que lo invadía todo, una calma que penetraba lentamente, las embotadas manos habían dejado de doler, el persistente pinzamiento en el estómago había desaparecido. Sin saber porque, se sentía bien, quizás a fuerza de sentirse tan mal, tan desesperada.
El niño la observaba, estaba mojado, ya tendría más de dos años, pero continuaba “mojándose”, cada vez que su padre se acercaba para chillarle cualquier insulto o soltarle un bofetón.
A los golpes del padre se añadían los empujones de la madre que se dejaba caer sin aliento, sobre el derruido sofá. Vencida por el cansancio, la adversidad y el desamor, se durmió.
Y así, sin comer, el llanto del niño se iba debilitando hasta que entraba en un sopor, en donde la incomprensión y el absurdo todo lo invadían.
Cuando Irene traspasó la puerta, sobre la silla desencajada dormía el niño, la madre hacía lo propio, sobre el desvalijado sofá. Afuera la nieve había cuajado. Una capa blanca lo cubría todo.
-. ¡María, despierta que es Navidad!
-. ¡Y qué! ¿has traído turrón?, balbuceó, medio dormida la madre
.- No, pero os voy a llevar, dijo Irene, su hermana
.- ¿A dónde?
.- ¡A casa!. Esto se ha terminado. Es hora de retomar la vida con los valores que siempre has sustentado. El amor no puede pedir este alto precio: tu degradación
Media hora después salían por la puerta los tres. María arrastraba los pies, andaba de forma imprecisa y titubeante. Irene apretaba al niño, su sobrino, contra su pecho. Se dirigieron lentamente hacía el coche que estaba aparcado al lado del montículo de escombros.
.- ¡Se ha terminado de padecer!; los padres nos esperan.
Cuando el coche pasó por delante de la taberna, un hombre eufórico salia dando gritos, profiriendo insultos a los que quedaban dentro y lanzando mil promesas al aire de futuro para su hijo y esposa que nunca se cumplían y que sólo las profería cuando el alcohol empapaba su cuerpo.
Esta vez Irene sujeto a su hermana.
.-Dejalo, se ha casado con la bebida, tu y el niño, le importáis muy poco.
Salomé Moltó
el seno de una familia humilde, no teniendo la
posibilidad de otear otros horizontes culturales ni
sociales que no fueran los de la miseria social,
formó parte de la emigración que marchó a
en la década de los años 60 del siglo pasado.
Es en
emprende sus estudios sin dejar de trabajar para
poder sobrevivir. Diplomada en francés por
vuelve a
y traductora. El movimiento libertario siembra en ella un sinfín
de inquietudes sociales. De dos años de trabajo de investigación
recopilando los documentos de las colectividades libertarias, llevadas
a cabo durante la guerra civil española, surge el libro
economía: Socialización y colectividades alcoyanas 1936 - 1939”
hoy agotado y en proyecto de nueva edición. Fiel a una máxima de
Bienvenida a esta parte del mundo de lsa letras y dejarnos estos relatos maravillosos.
ResponderEliminarGracias por participar
Un saludo
maravillosos los escritos de esta escritora,me han gustado mucho y la verdad es que hace una lectura entretenida en sus escritos,invitan a seguir leyendo para descubrir el desenlace.
ResponderEliminarun abrazo para todos y pasen un bonito dia!!!
Querida amiga Salomé.
ResponderEliminarBienvenida! Me alegro mucho de encontrarte por aquí. Fantásticos relatos. Un beso
Se agradecen este tipo de relatos, viniendo de una gran persona como eres Salomé. Gracias por deleitarnos con ellos.
ResponderEliminarUn abrazo desde mi tierra lucense.
Hola Salomé bienvenida a esta ti casa amiga de letras gracias por compartir tu obra. Magnifico relatos.
ResponderEliminarUn abrazo fraternal de MA.
El blog de MA.
Encantadora y sentida Poesía.
ResponderEliminarUn cordial saludo.