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jueves, 10 de marzo de 2011

Ingrid Natera de Aubree


Ingrid Natera de Aubree, dominicana. Licenciada en Administración de Empresas,  área en la cual se desempeña, conjuntamente con la literatura. Ha realizado estudios de pintura en la Escuela Nacional de Bellas Artes y Diseño. Con su cuento “En el cañaveral”, obtuvo en 2003 la premiación en el concurso, “Pobladores, Inmigrantes y Exiliados” de Premios Literarios. Fue publicado en ese mismo año en una antología. Tiene escrita dos novelas, una de las cuales está siendo editada por una editorial del país. Ha colaborado con revistas y periódicos locales desde 2004. En 2009 crea su blog literario el apostrofe, en el que trata temas relacionados al quehacer literario y publica algunos de sus escritos, a los que llama pensamientos dispersos.
Su obra : 

REVELACION



Te hablo a diario y despliego un sinfín de palabras  que estampo  en todas partes: en las paredes de mis alegrías, en el techo de mis ansias, en el zafacón de recuerdos distantes y en mis girasoles de papel; pero nunca te he descubierto, por orgullo, mis desventuras antes de que llegaras a inundar de plenitud mis días. A pesar que contigo comparto tu almohada de plumas y mis sábanas de tiempos añejos que se han vuelto transparentes  de tanto deseo.  Y es que antes de ti yo era sólo una ánfora vacía, un astro sin nombre, un vasto océano en el que navegaba mi soledad y en el que aguardaba un día navegara tu barco de ilusiones cromadas.

Jamás vi el sol ni para mí tenían brillo las estrellas. Quise volar y lo intenté muchas veces  pero mi vuelo nunca iba más allá de las copas de los naranjos en los que nunca  vi azahares. Si acaso vislumbré un día las nubes que cubrían con recelo el color del cielo, si era verde, rosa o amarillo no lo recuerdo y si un día tuvo sentido esta existencia, fue después de ti.

Me cansé de esperarte, de buscarte en otros mares y en otros tiempos sin hallarte. Pero llegaste sin que te encontrara, silencioso e intimo como el pensamiento. Así llegaste y no me di cuenta,  a pesar que a diario te veía, nunca te miraba.  Estaba ciega y sorda a tus palabras de fina lluvia de verano.  Intentaste pintarme de azul el cielo y elevarme a alcanzar las estrella que brillaban en tus ojos de azúcar quemada. Pusiste a mis pies los azahares que trajiste de la luna empalagándome su aroma delicado. Y seguí gélida y hueca y, mis aguas secándose por la ausencia de tus besos que a diario rozaban mi boca con deseo y seguí sin sentirte, sin escucharte sin mirarte sin darme cuenta que estabas hasta el día que hiciste tus maletas y te llevaste la almohada de plumas, vaciando mis aguas oceánicas. Te vi perderte en el sendero con el cierzo retozando con tus cabellos,  mientras volaban por el aire las plumas de la almohada. Fue doloroso: Me di cuenta que existías. Que estabas dentro de mí y no lo sabía.

Continué buscándote como lo hice tantos años, sin saber dónde. Caminé hasta al cielo que descubrí  pintado de púrpura y amarillo. Comencé a jugar con los personajes que figuraban airosos en los estratos y  cúmulos de mi horizonte diluido y a todos les puse tu rostro y tu nombre, mientras contaba las horas que se descomponían sin compasión, burlándose de mí tu ausencia.

Me derrumbé desde la cima de mis anhelos y caí extasiada sobre mi derrota. Tomé impulso y respiré los arpegios de un solfeo inexistente y el olor de los azahares que me trajiste de la luna, emprendiendo mi nueva búsqueda detrás de un sueño: Tú. Pero arrasar los caminos no fue suficiente, ni escarbar con mis dedos el polvo que ocultaban tus huellas de mis ojos ciegos.

Se oscureció el tiempo. Cayeron en lluvias siderales las estrellas y ni un rastro hallé de tu presencia... hasta que un día... llegaron suaves, palpitantes y sonrientes las plumas de la almohada que te llevaste y un viento tibio me besó los cabellos, anunciándome tu cercanía. Mi corazón se enderezó y con fuerza comenzó a saltar dentro de mi pecho. Lo agarré con ternura y lo prendí a las cayenas que pinté amarillo y te lo envíe como regalo. Te vi llegar por el sendero, sonriendo, con el regalo en las manos adornado con cayenas. Me abrigaste con delirio  en tus brazos de cordilleras, haciéndome entender que nunca te habías ido, que siempre estuviste a mi lado amándome con locuras e inventando madrugadas.

Y aquí estoy... bebiendo tu resuello, desbordando mis ansias y tejiendo contigo los hilos de nuestro destino para crear un universo.

Ingrid Natera de Aubree


2 comentarios:

  1. Bienvenida a este blog de las letras.Gracias por alimentar con tus textos y quitarle el hambre a este ser que crece con vuestras aportaciones.
    Un saludo

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  2. Bienvenida Ingrid a este espacio amigo de buenas letras , donde compartimos cultura y amistad bloguera.

    Un grato placer leer tus obras.

    Besos de MA para ti desde Granada.

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