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domingo, 12 de junio de 2011

Juana Castillo Escobar



Nacida en Madrid (1954). Funcionaria civil del Estado en excedencia. Estudios: Bachillerato superior y C.O.U. Filosofía y Letras en la rama de Geografía e Historia (Historia del Arte – estudios parciales). Diplomada en Taquimecanografía. Cuatro años de francés más el curso especial y tres años de inglés cursados en la Escuela Oficial de Idiomas de Madrid (E.O.I.). Estudios parciales de italiano en el I.E.S. “Lope de Vega” de Madrid. Pintora autodidacta. Artesana en: miga de pan, papier, estaño, muñecas de escayola con apariencia de porcelana, bisutería fina...



Su obra :

No en mi nombre


© Juana Castillo Escobar
Gobernantes corruptos, cual aves de rapiña,
Buscan en el mal llamado Tercer Mundo riqueza infinita.
Pozos de petróleo, diamantes, mano de obra fina
Y barata, y muda, y vencida…
Mano de obra que labora por un plato de comida:
No en mi nombre.
Gobernantes corruptos que os aliáis
Para financiar una guerra
Injusta, cruel, inhumana, sangrienta,
En la que tan sólo buscáis
Vuestra complacencia:
No en mi nombre.
Malos gobernantes que tras falsas sonrisas
Intentáis cubrir las muertes de inocentes
Y os echáis las manos a la cabeza si son vuestros soldados,
Nuestros soldados, nuestros esposos, nuestros hijos, nuestros hermanos,
Los que han caído y mordido el polvo del camino.
Sus armas están donde no debieron:
No en mi nombre.
Y, cuando se levanta el pueblo llano,
El pueblo que no desea la guerra,
Un pueblo cansado de dar la cara
Porque al fin el pueblo es quien siempre paga
Los desmanes de ególatras gobernantes
Que tras un escritorio se parapetan
Y ríen las gracias de otros, y culpan a otros de sus tretas,
Cuando las cosas vienen mal dadas
No son capaces de asumir sus errores, ni sus faltas, ni sus mentiras,
Sólo dicen: la culpa fue de este, del otro que dijo falacias,
De alguien fue la culpa, que no nuestra.
Y la lucha continúa.
Y la muerte recoge los despojos de su siega.
No más guerras en mi nombre.
No más muertes.
No más penas.

Atocha-Móstoles


Todas las mañanas es lo mismo: ducha, desayuno, estación. En Cercanías los viajeros aguardan el tren. Impacientes, se abuchean, quieren subir los primeros al vagón, adueñarse de uno de los asientos, desprenderse de los paquetes y continuar con sus sueños rotos por el reloj.
Yo deseo que el irresponsable de mi portador me lleve consigo hasta el final del viaje y no me olvide en cualquier rincón del trayecto, Atocha-Móstoles. No quiero quedarme en una esquina, ser manoseada por cualquiera como sucedió hace poco. Una mochila de marca, tan güay como yo, no puede sufrir tales vejaciones.


Madrid, 6-V-2010 - Inédito
© Juana Castillo

CAMINO DE VUELTA


Son las cinco de la madrugada y, como todos los días, me encamino al trabajo junto a mi padre. Él es un hombre alto, fornido, algo cargado de espaldas, de voz ronca y tos fuerte. Siempre lleva el pico al hombro. Su rostro, surcado de arrugas, triste y renegrido por el hollín que forma parte de él, no sonríe casi nunca.
Yo soy un niño. Sólo tengo seis años, pero soy imprescindible en la mina, al igual que otros muchos hijos de mineros: nosotros cabemos mejor que los mayores por las pequeñas vetas, somos sus ojos, ratoncillos que buscan por los rincones más estrechos la veta del codiciado metal. Me gustaría ir a la escuela, como van los hijos de los ingenieros, pero soy el primogénito de una larga familia que se dedica a esto por generaciones y de una familia grande que se moriría de hambre si yo no trabajara porque, aunque soy pequeño, mi sueldo es de gran ayuda en casa, así se lo he oído decir a mi padre y así debe de ser. Yo me siento orgulloso y feliz cada vez que bajo al pozo y, con el casco y la linterna, me adentro en las entrañas de la madre tierra. Es como hacer el camino de vuelta hacia el útero. Es como desnacer…
- Eso no se dice. El verbo desnacer no existe.
- Es igual. Mira, algo que he inventado. Sí, lo recuerdo bien, muchacho. Todas las mañanas pensaba esto. Ahora, después de setenta años, y de haber malvivido, he llegado a la conclusión de que sólo eran ideales románticos, de niño, los que me hacían pensar así. Quería parecerme a mi padre. No pude progresar. ¡Qué lejos estaba de imaginar el infierno que vino pocos años después! Mi padre, aquel coloso renegrido, quedó sepultado bajo toneladas de piedra a causa de una explosión mal dirigida. Y yo, mírame bien, chico, yo me he quedado solo, acogido por caridad en este asilo, donde tú, mi cuidador, me escuchas o haces que me escuchas para tenerme contento. La mina, aquella a la que yo me entregaba con ardor cada mañana me dejó ciego, impotente, tullido, enfermo. No pude ir a la escuela. No pude tener hijos a quien escribirles o contarles mis sueños. Me veo solo, de nuevo de madrugada, a la entrada del túnel que me devolverá, al igual que en mi infancia, al seno de la madre tierra en camino de vuelta, un camino sin retorno.
© Juana Castillo

POEMAS

MUDA



Quiero gritar al mundo mi condena
silencio de amor, por otro nombre...
Deseo aliviar con ese grito mi pena
que es el no poder pronunciar del hombre
que amo
ni su vida, ni su nombre.

Quiero gritar en silencio mi desgracia:
La Naturaleza me dotó con ojos,
Corazón y sentimientos...
Me privó del habla.

Quiero gritar a los cuatro vientos
una canción de amor jamás oída,
quiero decir los pensamientos
que mi boca no pronuncia, mi lengua está dormida...

Quiero susurrarte que te amo...
Sólo puedo hacerlo
ayudándome de las caricias de mis manos.

Quiero, quiero, quiero...
¿Para qué necesito hablar
si con amarte con mis ojos,
mi corazón, mis manos y mi piel
ya tengo bastante?

¿Bastante?
¡Soy muda...! ¡Necesito hablarte!

Madrid, 29-XII-07

Me duelen las historias


Me duelen las historias
que sólo de guerra
saben hablar.

Me duelen las entrañas
al ver a los hermanos
que sólo piensan en darse muerte, en acabar.

Mi grito en la garganta enmudece
bajo la estampida del obús:
¡No más guerra, no más muerte, PAZ!

Nadie escucha, nadie atiende,
Pluto lleva las riendas,
la avaricia es su edecán.

Me duelen las historias…
Me duelen las entrañas…
Me duele que nadie escuche la palabra PAZ.

Madrid, domingo 4-I-09 – 21,09 p.m.
© Juana Castillo


PROSA POÉTICA


0306



Tus palabras me reconfortaron en un pasado no lejano.
Tus palabras fueron tuyas, fueron mías, y nos unieron como a hermanos.
Tus palabras, agua clara, que bebí de tus labios… Ahora, me niegas tus palabras, y yo me muero de sed en este mundo inhumano.
¡Devuélveme, por caridad, tus palabras! ¡Concédeme el consuelo que de ellas yo reclamo! ¡Apiádate de mi, háblame, hermano!
Conseguirás con tus palabras librarme de este Erebo oscuro y solitario en el que ardo.

Prosa poética del cuaderno inédito “El amor, rosa y espina”
Madrid, 19-IX-06
© Juana Castillo


0949

A veces se me olvida que has estado totalmente ausente de mí y, aún así, mi pensamiento te busca, insiste en que aún no ha llegado el momento de apartarte de mí.

Prosa poética del cuaderno inédito “El amor, rosa y espina”
Madrid, 13-II-2010 – Inédito
© Juana Castillo

9 comentarios:

  1. Gracias por estar aquí .Bienvenida
    Un saludo

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  2. felicidades para esta escritora madriñena y un abrazo para todos los que visitan este rinconcito!!!!

    feliz domingo!!!!!!

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  3. Muy buena poesía. Mi felicitación, Juana. Un abrazo, Julie

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  4. Bienvenida Juana a este espacio de letras amigo de poetas y escritoras .

    Un placer leer tu obra.

    Besos de MA para ti.

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  5. Gracias a tí, Santiago, por invitarme a que me "aloje" en tu espacio también agradezco tu bien venida.
    Y a Sony, Julie y MA también les agradezco sus felicitaciones y palabras de bien venida.
    Abrazos para todos.
    ¡Feliz semana!
    Juana Castillo.

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  6. Genial la Literatura demostrada, Juana. Es un verdadero deleite leer y releer estas obras.

    Besiños dende Lucus Augusti.

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  7. Un beso, Juana, me encanta leerte aquí también.

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  8. Gracias, Quino, por tus palabras. "Besiños" desde Magerit.

    Y, aprovecho, para enviar también un beso a María Sangüesa. Amiga, este "mundo" es un pañuelo.

    Abrazos a todos.

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  9. Juana, quise leer tus poemas.Advierto tu sensibilidad sociall. Ese neologismo "desnacer" vale mucho en ese contexto. Una vez más, gracias.
    Isabel Llorca Bosco

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