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sábado, 2 de febrero de 2013

Sergio Miguel Simón Palma




Sergio Miguel Simón Palma  Nace en Tonalá, Chiapas; México el 13 de febrero de 1986 en la costa del sureste mexicano: La Tierra del sol. También Terruño del poeta  Joaquín Vazquez Aguilar y  del ceramista Rodolfo Disner Clavería. Palma  es un fotógrafo de arte y escritor de la nueva generación que tan joven gesta su obra visual y literaria en la costa chiapaneca.  Egresa en 2010 de la licenciatura en Lengua y Literatura Hispanoamericana de la Universidad Autónoma de Chiapas; Facultad de humanidades. Se matricula con la tesis titulada: "El surrealismo en el poema  piedra de sol de Octavio Paz". Cursa en la licenciatura las optativas de crítica cinematográfica y guión cinematográfico que le despierta el interés por las artes visuales. Colabora en el suplemento cultural Yuria como crítico de cine que dirige el poeta y catedrático colombiano Ricardo Cuellar Valencia. Mantiene el registro de una colección de cuentos eróticos,  y de la colección fotográfica titulada El ojo acuoso. Ha publicado en México Desconocido, La membrana: Revista fotográfica. Funda el primer grupo de arte en su ciudad natal que lleva el nombre de Onírica 30500. Autor de los relatos La última pesca de mi padre, Antonela y el  joven Pastor; y  varios videos-documentales.

 En la rama fotográfica, ha captado con su lente la melancolía del mar en cálidos atardeceres(Puerto Paredón, Cabeza de toro, Puerto Arista) que en su momento poetizó Joaquín Vasquez Aguilar. Jamás se olvida de su gente mulata, de las rarezas de la vida,  y los sueños que tejieron su infancia.
 
Su obra :
La última pesca de mi padre
 
 
                                                                           Sergio Miguel Simón Palma
 
 Mi padre era pescador  de la bahía de Paredón. Era un Hombre  firme como  el tallo del mangresal, de ojos negros que  revivían  con la  luz  tenue del candil  en noches de pesca. La mar era su segunda musa  y el  cayuco  su fe incrédula   que  rompía   el himen  de las aguas mansas al zarpar en  madrugadas de hambre. Mi viejo era padre de las aves, e incluso  amante de sirenas envejecidas.
   Cuando regresaba de pesca  en la mocedad  de la madrugada, traía todo tipo de pescado: mojarra,  bagre, macabil, jaibón  y  a veces un par de cuatro ojos que se colaban en el chinchorro; no se diga de   camarones y  pigüas frescas en épocas de vendabal frío. Yo admiraba su valentía. Era un viejo que no temía a la furia de los mares y  mucho menos a los cánticos de Eolo.
   Pero un día, como todo héroe ejemplar, fue traicionado por el báculo   de  la muerte. Él jamás  regresó a casa en aquella  noche de lluvia intensa del mes de Mayo. Creo que Poseidón me lo dejó prisionero en cavernas  enfermas de eco: Mi padre era mi inspiración, mi motivo a seguir, parte de mi ser. Ahora,  su nombre es verbo de dolor. ¿Qué podía yo hacer ahora sin él? -Sería una tontería reclamarle a la mar-; pues mi padre era un simple  mortal como todo hombre olvidado por  Dios sobre la  faz de la tierra.
   He de confesar que ése día que mi padre ya no volvió, la mar era mí enemiga; había purgado lo que quedaba de mí vida con su sal maldita. -¡Lloré amargamente!-, y cuando clamaba  ángeles a mi lado, los  ingratos querubines se  perdían en el festín de orgías trémulas. Despechado y herido; tal como se destierra la sonrisa de los labios, me quedé vacío. Sin fe. Donde solo queda el concepto de Dios sin creer en  Él.
   Al siguiente día que era domingo, salí muy desesperado como un demente sin rumbo alguno. Caminé por toda la playa para encontrar su barca de nogal brasileño; pero las olas se burlaban con brisas pálidas en celo: Orgías inquietas. Eran un niño envejecido que contemplaba su funeral  con la  luz  hermafrodita del sol cobrizo que se ocultaba en el  corazón del Oriente.
   Tras mis pasos cansados y  con sed en el alma, decidí regresar a casa derrotado. Durante mi camino escuchaba el canto del faisán que entonaba melodías otoñales, pálidas gaviotas  que picoteaban  el burel asoleado a orilla del estero. Mí paredón ya no era mi nación, sino el  cementerio de mi dolor: Un pequeño paraíso de dolor.
 Cuando entré a casa, mi madre ya no estaba en el trepil donde tejía a diario sus mantas. Desesperado dirigí la mirada como paneo de Panavision hacia el altar ausente de plegarias. Faltaba en la escenografía cristera la fotografía de casamiento, el retrato del abuelo y la estampa de mi difunto primo Bladimir Pineda. Pronto, mis ojos se tiñeron de dolor al conversar con la soledad. Intuía  que un segundo entierro se repetiría al no ver a mi madre vistiendo carne; sentía muy en mí corazonada la mítica sensación  de que   mi padre   viniera  del inframundo para llevársela. Sin embargo, la fe  embalsamó mi corazón trás verla sentada en el muelle cercano a casa, quizá a cincuenta metros de distancia. Y es que sino fuése  por el bullicio de las aves, no me hubiera dado cuenta de dónde estaba. Entonces, aceleré mis pasos, y llegué ante la presencia de su rostro erosionado por elegías del dolor. Al parecer estaba muy aturdida por los fantasma de la locura. Pero eso sí, siempre aferrada a los  cantos de la  vida con  el viejo retrato entre sus brazos de su casamiento.
  Y así pasaron días y meses que a diario iba al muelle, hasta quedarse con el tiempo para siempre. Mi madre estaba muerta en vida, obediente a su demencia y reclamándole a la mar sus penitencias. Era un dolor en mis entrañas al ver su cuerpo en la persistencia de la vida; tan seca y pálida como las hojas del magresal en verano. Ciertamente su alma al estar  vencida, me desesperaba día con día.
Una mañana, me acerqué discretamente a ella y le toqué su hombro deshidrato. Mi viejecita me devolvió la mirada extraviada sin reconocerme, se aferraba al decirme en repetidas ocasiones  que su amado era traído por sirenas de oro; y que un caballo alado de color rojo  venía a tomar su baño a medianoche en las frías aguas. -Yo sin  contradecirle, le decía que sí-...
 Desde ese momento, entendí que doña Emilia, mi madrecita adorada estaba muerta en su psicosis maniacodepresiva; creyendo en falsas ilusiones  de que mí padre aún volvería. Pasaron   tardes y mañanas interminables,  le veía con dolor en aquel muelle lacerado por anclas oxidadas y   picado por almejas ciegas.
Hasta ahora, han  pasado  quince  años de duelo. Mi madre  se ha quedado sola frente a las aguas necias de la mar, saludando a los hijos de Ícaro,  a seres del  firmamento que son dibujados por la demencia.  Según mi madrina Estela,  la oye conversar con seres marinos; e incluso acaricia las gaviotas tiernas para darles calor. Yo solo sé que mi madre era tan buena como la luz del día; pero ahora, la veo muerta ante mis ojos de  un hombre maduro.
Cuando vayas  al muelle, jamás le preguntes a quién espera. Solo  observa    su pálida sombra que parpadea en el reflejo del agua espesa.  Moverá sus labios, y  te preguntará la hora y el día; el mes  y el año: Pero  dile que "sí" a sus peticiones enfermas. Observar  el  lento inclinar de su rostro fraguado por el viento a peticiones del cangrejo enfermo. Se reirá y reirá como las ondas del agua al expandirse tras caer la débil piedra.
¿Saben?...Ayer fue un día especial por ser  navidad. Le llevé flores y pan, y  le dije: -¡Hola mamá!-. Ella, me vio a los ojos, y con  un  verbo violento me  preguntó si los mares  abortaban  cadáveres (con un tono psicótico).  -No lo sé-  le dije. Pronto estreché su cuerpo hasta escuchar  tronar los hueso de su pecho. Me perdía en llantos, y ella se perdía en mis tibios brazos. Cerre mis ojos y recordé aquellos años  cuando vivía mi difunto padre: Hombre sabio y valiente que se fue para siempre en el  estómago de cuarzo del mes de Mayo.
Relato dedicado a la señora Emilia Núñez, mi abuela.
 
CADÁVER.
 
 
 
                                                                                   Sergio Miguel Simón Palma
Escultura de arcilla,orquídea ardiente, polvo gris
injerto de Dios, sarcasmo del diablo, arquitectura de huesos;
obedeces a la muerte como las olas al viento,el orgullo a la soberbia,
el tiempo al péndulo, el río a su cauce.
Cadáver rígido;
       Brazo de nogal
              cuerdas de violín
                           hueso de marfil
                                        corazón de piedra...
                                                       Cadáver frío;
                                                                   aliento eólico,
                                                                           lágrima de nutria
                                                                                        sangre rancia
                                                                                                    eco sordo...
                                                                                 Cadáver podrido y  maloliente:
 
                                                                               Gangrena espiritual
                                                         ojo de pantano
                                       aroma a pecado
 fiambre húmedo;
aborto demoniaco que en cenizas infernales te evaporas para condensarte en perfume azufrado. Del polvo naciste, y en polvo  has muerto;como muerto los días postrados en la memoria del  Cristo negro.
 

sábado, 3 de noviembre de 2012

Mari Carmen Olmos Martínez








Empecé a trabajar a la edad de 10 añitos (en el campo) para ayudar a mis padres, luego para adquirir mi ajuar (me casé con 20 años) pero ya tenía novio a los 12 y mi marido 15 cuándo nos enamoramos y nos veíamos a hurtadillas. Mi primer y único novio, el que hoy es mi marido. Sigo trabajando gracias a Dios, ahora para comer, que el toro de la crisis nos han pillado de lleno. 
No tengo estudios, excepto los de mi profesión (peluquera) desde hace casi 30 años, actualizada, eso sí. Del resto, solo los primarios (Certificado y Graduado) ambos sacados en clases particulares por las noches, que por cierto ya ni me acuerdo de lo que nos enseñaron. Tenemos dos hijos, chico y chica ya fuera del hogar (pero que están mas dentro que fuera). Dos nietos, uno de cada pareja y otro bebé que vendrá quizás antes de 15 días, de mi hijo y mi nuera. 
Me gusta la lectura y la música, toco la guitarra y durante 16 años he sido fiel al coro Parroquial con voz e instrumento.


Su obra :


Sin decir nada, dices tanto...



Se dice mucho, sin decir nada.
En una sonrisa, en un canto,
con una mano en ti apoyada,
sin decir nada, se dice tanto...

Aliviando con la mirada,
ayudando en el quebranto,
aunque la palabra sea callada,
sin decir nada, se dice tanto...

No amar de ningún modo,
impasible viendo un llanto,
indiferente, frío y sin decoro,
sin decir nada, se dice tanto...

Si la valía mides por el oro,
o de cobardía haces tu manto.
No hables. Ya dices de ti, todo.
Sin decir nada, dices tanto...


viernes, 21 de septiembre de 2012

Rafael Serrano Ruiz




Ingeniero de Telecomunicaciones , nacido y reside en Madrid (España)

Su obra :
El JUEGO



Capricho del tiempo
en un llenar de espacios.
Imágenes fugaces que
como gotas de rocío en tierra reseca,

al resurgir apresamos amorosamente;
adornamos, fijamos, amamos
en un eterno instante

Aromas
Sabores de otros tiempos
Añoro de presencias
Lucha entre es y el pudo
Renuncia ante el temor
de una nueva ausencia

Flujos de pasión,
explosión de sentimientos,
miríadas de sensaciones,
gritos desesperados
buscando inútilmente
en la etérea imagen
algo de calma

El tiempo continúa su camino
cruel, insensible,
sin importarle el gozo del amor
o la soledad de la ausencia,
sustituyendo el fue
con el presente
Mas en algún momento
sin causa aparente
florece una imagen...
Un recuerdo emergente
Recomienza el juego
Rafael Serrano Ruiz-5-7-2012



Ocaso



Vive en su no sentida soledad
buscando razones que su mente no entiende;
momentos que llenen su vida
Sensaciones plenas, justificación de vivencias;
el aroma de una flor,
un rayo de sol en tarde de tormenta,
un acode flotando en el aire;
aromas de Pachamama

Del amor;
sensación excitante de verla llegar
plena de juventud e inocencia;
escarceos maliciosos
en tiempo de lucha contra una infancia perdida;
caótica pubertad en cimbreo de caderas
juego despiadado, universidad de vida,
mundo indestructible que permanece
completo en  el recuerdo
Miradas plenas de intuidas promesas
Desconocidos ardores,
Inquietantes sensaciones
plenas de temor curioso;
caricias robadas en loco frenesí
de amor correspondido
donde se teme el instinto
que lleva irremediablemente
al deseo del sentimiento compartido

De la senectud
donde se borran las realidades
quedando tan solo vagas impresiones
en la soledad que corroe
como ácido vengador…
Mundo inacabado
Donde todo queda
girando en el tiempo,
inmutable en la esencia
donde carne y espíritu  se difuminan
dejando tan sólo nombres, actos;
Inventando la esperanza
de ser recordados por aquellos
que una vez conocimos

Corazón que en su latir
siente la llamada del eterno.
Parálisis que envuelve el cuerpo
Cual crisálida etérea
en túnica piadosa

Rafael Serrano Ruiz- 19-07-2012




Un pálido recuerdo




Un pálido recuerdo  le embarga
Temblor  de labios
con  aquel  beso de amor

Desnudos frente a frente,
piel con piel,
mirada con mirada,
sus ojos penetran hasta lo más profundo
dejando allí depositados deseos compartidos;
ardientes pasiones plenas de anhelos

Las miradas se enredan, hablan,
drogan los sentidos.
Desde su yo profundo,
 intimo rincón del alma,
sube, fuerza rompedora,
el éxtasis compartido
que, en un instante infinito,
une el cosmos con lo eterno.

El milagro de amor se ha producido


Rafael Serrano Ruiz-20-5-2012

sábado, 15 de septiembre de 2012

Rosa García Ferro





Rosa García Ferro, descendiente de españoles, nació en 1927 en el partido de Tigre, provincia de Buenos Aires, Argentina.
Aprendió el oficio de sastre, al  cual se dedicó desde muy temprana edad.
Escribe poemas hace más de 40 años contando solo con 3 años de escuela.
Hace dos años logró cumplir su sueño de publicar un libro con algunos de sus tantos poemas, el cuál titulo En mi pluma está mi alma.

Su obra :


                   HOMENAJE A RENÉ FAVAROLO




Que tristeza en esos ojos
Eminencia Favarolo
Te aliaste con la muerte
Y que triste que fue todo.

El pueblo no te dio mérito
A tu bisturí de oro
Te mataron de a poquito
Para mi que eso fue todo.

Y te fuiste entristeciendo
Se notaba en tu mirada
Eminente Favarolo
No pensaste que hacías falta.

Por que se cruzo el demonio
En tu mente atormentada
Y así te entrego el revolver
Y el se reía a carcajadas.

Campechano y buen amigo
Vos naciste en La Pampa
Vos atendías a un rico
Y por que no al sin abrigo.

Que misterio fue tu muerte
Por que aflojaste Doctor
Hacías falta a tus humildes
Que reconocían tu valor.
  

Se cansó tu inteligencia
Y te sentaste en un rincón
Para escribir unas cartas
Y pedir perdón a Dios.

Perdón por tu decisión
Y quitaste tu vida
Aún sigue tu fundación
Pero lo buitres te olvidan.

Y tanto bien que has sembrado
Tantas vidas que has salvado
Y no pudiste salvarte
¿Que te paso en ese instante?

¿A caso fue un gran amor?
¿A caso fue un desengaño?
Y cuando llegaste al cielo
Mi Dios te estaba esperando.

Y le entregaste tu bisturí
Además que tu alma
Y mirándolo a los ojos
También te cayó una lágrima.


 UNA CULPA INJUSTA




Tristeza en el barrio
Por un buen muchacho
Que nunca mató
Hoy lo condenaron.

 Su madre lloraba
No podía pensar
Que a su hijo tan bueno
Lo llevaban al penal.

Besando a su esposa
Entre llanto y dolor
No despiertes a los chicos
No les digas que me voy.

No le cuentes que ese juez
Con alma de perro humano
Por no tener yo dinero
Me condenó a 30 años.

Por no saber yo leer
Embarulló mis papeles
Y el canaya que hizo el crimen
Anda suelto y yo en la cárcel.

Abrieron la puerta
Con 3 campanadas
Parecía que ese día
A mi me enterraban.

Me dieron la ropa
Un número y un jarro
Se reía el carcelero
Aquí lavas tus pecados.



Los días son largos
Igual que mis noches
Espero justicia
Y que Dios me apoye.

A veces se escucha
La guitarra de un compañero
Canta sus penas al viento
Le contestan los jilgueros.

Acá te olvidas de todo
Y aprendes a madurar
Aprendes a ser más hombre
Y hasta aprendes a llorar.

El preso que nunca quiso
Ni siquiera ni a su madre
Difícil es que no la olvide
Que ni la sueñe y que no la llame.

Yo tengo una compañía
Una paloma muy blanca
Se metió por mi ventana
Y duerme junto a mi cama.

La pureza de sus plumas
Me da calor en mi almohada
Y el aliento de su pico
Me da el amor que me falta.

Por la ventana muy chica
El sol también me acompaña
Con el trinar de los pájaros
Me alegran un poco el alma.


Con el correr de los años
Me fui mirando mis manos
Las arrugas fui palpando
Mis cabellos están blancos.

Y los días de visita
El espera una señora
Una viejita chiquita
Es su madre que lo adora.

Y ya cumplió la condena
Ya llegó su libertad
La calle se le hizo larga
Para llegar al hogar.

Con una bolsita al hombro
Su corazón destrozado
Así llegó hasta la puerta
De su hogar tan arruinado.

Allí estaba la viejita
Con sus nietos adorados
Este es tu padre, bésalo
Viene de un camino largo.

¿Dónde está mi compañera
Que no vino a saludar?
Mamá está en el campo santo
Allá se fue a descansar.

Y abrazados los tres juntos
Se fueron al cementerio
Para pedir a la madre
Que los cuide desde el cielo.


 Rosa García Ferro