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miércoles, 1 de junio de 2011

Pedro Rangel Mora


 Escritor nacido en Mérida, Venezuela, titulado de abogado en la Universidad de los Andes donde cursó seminarios y talleres de literatura y dramaturgia.  Actualmente dicta talleres de literatura policial y narrativa en la escuela de letras de la ULA. Formó parte del comité organizador de la Bienal de Literatura Mariano Picón Salas. Ha publicado: Del Reino del Demonio, minirelatos, bid & co. editor, 2011; Muerte en la Víspera, novela, Random House Mondadori, 2008; Tres Novelas: El otro, el mismo, 2007; El Mensajero, relatos, Mucuglifo,  2007; Equis (Ensayo ficticio): Vicerrectorado Académico de la ULA, 2006 (Premio del Libro Región Occidente, en narrativa); Jazz, relatos, (Premio de Narrativa de la Asociación de Escritores de Mérida, 2006); El Enemigo: novela, El otro, el mismo, 2004; Autobiografías: novela-relatos, Monte Ávila Editores, 1999; La Yegua de la Noche: relatos, editorial Solar, 1995; El Orden de los Factores: novela policial, Consejo de Publicaciones, ULA, 1993; y Coro de Gansos: relatos, editorial Contextos, Pen Club de Venezuela, 1983.

Su obra :


EL CRIMEN DE LA PIRAMIDE


…Un hombre -quizá una mujer, no lo sabemos- ofreció mil millones a quienes asesinen a una dama, odontóloga de profesión, llamada Alicia Ventura. Selecciona, por sus características, dos personas para que realicen el crimen. A cada una, por separado, le entrega una foto de la víctima, las rutas que sigue y las direcciones de la casa y la clínica donde labora. Les explica, a los potenciales homicidas, que pueden asesinar a Alicia Ventura o encomendar a dos personas que elijan la misión.  Sí el homicidio lo realiza una de las dos primeras personas seleccionadas, el premio se repartirá entre dos, es decir quinientos millones para cada uno. Tienen cuarenta y ocho horas para cometer el crimen; al final del término, de no atreverse ninguno, deben copiar la foto y los datos y entregárselas a otras dos personas capases de cometer el crimen para que lo ejecuten. En este tercer nivel de la pirámide, el premio se repartirá en seis partes: los dos primeros seleccionados, y los cuatro elegidos por estos; es decir, ciento sesenta y seis millones seiscientos sesenta y seis mil para cada uno. El autor intelectual cuenta con la codicia como aliciente para que el crimen se realice dentro de las primeras cuarenta y ocho o noventa y seis horas. Sin embargo, los cuatro seleccionados por los dos primeros pueden pasar la información y la encomienda a una pareja cada uno, es decir a otros ochos potenciales asesinos, y estos, de no realizar el crimen, pueden encomendar a otros diez y seis, haciendo crecer la pirámide. Claro está, al aumentar el número de participantes se disminuye proporcionalmente la cantidad a recibir por cada uno, que sigue siendo de todas maneras importante, debido a lo grande del monto inicial ofrecido.
Este fue el modus operandis que se usó. Como ya saben por los medios de comunicación, Alicia Ventura fue asesinada.
Se preguntarán ustedes la razón por la cual cualquiera de los participantes de la pirámide no denunció a la policía que se le había propuesto cometer un crimen que parece una broma, existiendo la posibilidad de que no lo sea.  Las razones puedes ser varias. Es de suponer que se eligen a los participantes por su apatía moral, por su codicia, por tener necesidades económicas apremiantes, por sus antecedentes y la seguridad de que guardará silencio. Y si esto fuera poco, por sólo el hecho de haber sido seleccionado y haber entregado la encomienda, cobra una cantidad igual a quien finalmente mate. En otras palabras, con un mínimo esfuerzo –guardar silencio, pasar la encomienda- se beneficiará económicamente pues alguien terminaría cometiendo el crimen. Por otro lado, el riesgo de delación es casi inexistente, pues todos los participantes son cómplices, no sólo porque pasan la encomienda a dos asesinos en potencia, sino porque reciben dinero por su participación. Sí alguno se convierte en delator se gana toda una pirámide de enemigos conformada por un número indeterminado de integrantes, entre los que podría haber delincuentes y policías. 
Por eso ha sido tan difícil resolver el crimen de Alicia Ventura.
En la Judicial no saben si el asesino está entre los dos primeros seleccionados por el autor intelectual o entre los treinta y dos del quinto nivel. Quien recibe la encomienda es informado del nivel en que está y las reglas del juego, pues es evidente que exigirá saber a quien lo comisione cuánto le pagarían por el homicidio. El seleccionado entonces sabe cuánto y cuándo y a quien podrá cobrar su parte. Le pagará la persona que lo eligió, a quien seguramente conoce, cuando lea en el periódico la noticia del crimen, o cuando lo ejecute el mismo. Es decir, una vez se comete el homicidio, el autor intelectual paga quinientos millones a cada uno de sus dos seleccionados, quienes toman su parte, y hacen subir la diferencia hacia arriba en la pirámide, hasta llegar al nivel del asesino. Quien no pague sufre las consecuencias de su acto de manos de sus dos seleccionados. El incumplimiento de uno haría que la pirámide caiga sobre sus integrantes de nivel inferior. Una sociedad de cómplices por interés y temor.
También se preguntarán cómo, siendo tan secreta la formula, supieron en la Judicial que la pirámide fue el método usado por el autor intelectual para cumplir su terrible meta. Les informo que fue por descarte. A los tres días del asesinato de Alicia Ventura, llegó una carta por mensajero a la recepción de la delegación. El sobre estaba signado con un nombre: Comisario Gregorio Altuve. La leyó y pensó que era una broma, y continué las líneas típicas de la pesquisa en estos casos por varios días sin lograr la menor pista. Lo que lo obligó a volver a la carta. La hizo examinar por expertos, no estaba firmada, no había ninguna huella dactilar o rastro, y había sido escrita e impresa en papel común, en una impresora cuyo modelo hay miles en los cibers cafés y los hogares de la ciudad. Entonces, no habiendo pistas que seguir, la hipótesis planteada en la carta comenzó a tener sentido. 
Desde luego estudiaron la posibilidad de que hubiese sido escrita por el asesino para despistarlos, o como una muestra de su arrogancia, para retarnos. Como en las películas. Pero esto es una cosa realmente extraña en nuestro medio, en nuestra cultura, donde los criminales se dan por satisfechos con el hecho de que no los atrapen. El psiquiatra forense no observó ningún dato especial en la escritura, había sido redactada por una persona educada, quizá universitario, y se apreciaba en la narración en tercera persona cierta distancia de los hechos, por lo que se presumió que viene de alguien que escucho la historia de otro.
Permítanme informarles los detalles del caso y verán las razones que llevaron a la policía a valorar la carta.
Alicia Ventura tenía treinta y nueve años cuando fue asesinada. Enviudó muy joven y tenía cinco años sin que tuviese una relación sentimental, un amante conocido. Era clase media, vivía sola en un apartamento de la avenida Las Américas. No era beneficiaria de una herencia, ni hereda a terceros más bienes que su apartamento, su carro y un  seguro de vida de monto limitado. Carece de antecedentes penales y policiales; la autopsia no reveló presencia de drogas o alcohol. No hay ningún indicio de que apostara o tuviera relación con alguna persona de los bajos fondos. No participaba en política. Se investigó a su familia –los herederos-, padres y dos hermanos, sin que apareciera nada turbio. Interrogaron a la secretaria de su consultorio y a los amigos. Todos los de su ámbito tenían cuartada probada. Examinaron la lista de clientes, por si había alguno insatisfecho. Registraron su apartamento, su vida en los últimos años. Y nada. Todo indicaba que podía haber sido asesinada al azar, en la calle, por un loco de esos que disfruta matando por gusto.
Alicia Ventura tenía la costumbre de salir todos los días al amanecer a caminar. Cruzaba el Automercado Cosmos  de la Avenida Las Américas y subía hasta el viaducto Miranda, lo cruzaba, y bajaba por la Avenida Urdaneta, cruzaba el viaducto Sucre, y luego subía por Las Américas hasta su edificio detrás del supermercado. Repetía la ruta, invirtiendo el camino, seis veces a la semana. Generalmente entre seis y media y siete y media de la mañana.
El cuerpo de Alicia Ventura fue encontrado el lunes anterior, hace quince días, a las seis y cincuenta por un transeúnte. Estaba justo donde termina la baranda del puente, al final del viaducto Sucre, en la acera derecha viniendo desde la avenida Urdaneta. Tenía una bala en el pecho calibre 38, lo que indica un arma común, de las más usadas. El disparo fue hecho de frente, a unos tres metros de distancia. El asesino no dejo ningún rastro ni señal en el cuerpo de la finada ni en la acera. No hubo testigos, ocurrió a una hora de poco tránsito vehicular y peatonal.
Se me olvidaba contarles, la Judicial siguió un indicio falso de grupos satánicos y misas negras por donde los envió un hermano de la finada medio atrasado mental. Se aclaró cuando encontramos en su biblioteca el libro que asustó al enfermo. Tenía en la portada una mujer degollada por un hombre de túnica negra.
Esta es la historia. Es todo lo que se sabe del caso. Como ven no hay ninguna pista siguiendo los caminos normales de investigación, lo que hizo que la carta se hiciera más importante cada día sin respuesta al enigma. La razón por la cual los reunimos esta noche con ustedes, por sugerencia del Comisario Gregorio Altuve de la Judicial, es esperando a que nos ayuden a pensar, a encontrar una forma de desenmascarar a cualquiera de los integrantes de la Pirámide. Conforman Ustedes un pequeño grupo de mentes privilegiadas, de personas destacadas por sus logros intelectuales: profesores universitarios, físicos, escritores, filósofos, ajedrecistas, policías jubilados, todos conocidos por su inteligencia y sus logros.
El Comisario Altuve está a disposición de ustedes para cualquier pregunta que le quieran hacer…
PEDRO RANGEL MORA

2 comentarios:

  1. Bienvenido a este pequeño blog de escritores de lengua castellana.
    Gracias por tu colaboración
    saludos

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  2. Hola Pedro, bienvenido a este espacio amigo de letra.

    Un placer leer tu obra.

    Un cordial saludo de MA .

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